Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana,
y se apareció primero a María Magdalena,
de la que había echado siete demonios.
Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido
con él, que estaban tristes y llorosos.
Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella,
no creyeron. Después de esto, se apareció,
bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
Ellos volvieron a comunicárselo a los demás,
pero tampoco creyeron a éstos
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
"Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados;
a quienes se los retengáis les quedan retenidos."
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo,
no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos
la señal de los clavos y no meto mi dedo
en el agujero de los clavos y no meto mi mano
en su costado, no creeré."
Se presentó Jesús en medio
estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con vosotros."
Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos;
trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente."
Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mio".
Dícele Jesús: "Porque has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído.".
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